sábado, 23 de junio de 2007

HOKKAIDO (Hakodate)

17 de junio de 2007

Hoy por la mañana nos despertamos temprano, nos espera otro largo día y queremos tener fuerzas para afrontar el día, para ello la mejor manera es ir a una buena pastelería donde la especialidad es la tarta de queso, aquí también caen otros pasteles que no son de queso acompañados de un aromático té ligeramente afrutado una buena mezcla de sabores.


Ya de camino a Hakodate, hacemos varias paradas por el camino, para respirar, estirar las piernas y disfrutar de unos sencillos pero a la vez hermosos paisajes. Se puede disfrutar de Hokkaido en coche, pues no paran de sucederse los más bellos y variados paisajes, voy conduciendo, entonces repentinamente y sin darme cuenta hay algo que hace que me detenga, siento una atracción hacia algo que está delante de mí, pero aun no veo con claridad, entonces volcanes nevados, lagos, playas, acantilados, prados, campos de cultivo y otras maravillas naturales se dibujan muy claramente. En esta época es todo de un verde y azul tan intenso que es imposible no perder unos instantes para admirar el entorno y descubrir los detalles que hasta el momento eran invisibles.
Si algún día vuelvo a Japón creo que lo haré en invierno, pues Ayumi me comenta que por muy bonito que lo vea todo ahora no es comparable a la belleza que adquiere en esa época, cuando todo está nevado.


Hokkaido en verano es un buen lugar para viajar en moto, no paro de ver motoristas y eso me hace recordar una de las cosas que echo de menos.


Tras varias horas de viaje en coche, poco antes de llegar a nuestro destino, hacemos una parada para comer un delicioso bento (comida para llevar) recomendado por Ayumi. Con el tiempo que llevo en este país, degustando los diferentes manjares que encuentro a mi paso y aún saboreo nuevos y gustosos platos.


Ya en Hakodate, nuestra primera visita es Goryo Kaku un antiguo fuerte en forma de estrella de cinco puntas, del que ya solo queda el foso, allí subimos a una gran torre para tener unas vistas desde lo alto.



Ya por la tarde, antes de seguir paseando por la ciudad, tomamos Ujikintôri Kakigôri, es un tradicional helado de matcha y anko shiratama con una variedad de dango que aun no había probado –delicioso y refrescante!!!


sigue nuestro paseo por la pequeña ciudad, ya al atardecer nuestro entorno empieza a cambiar de color y los edificios se bañan en dorado mientras el sol da paso a una hermosa noche.



Antes de cenar subimos a una montaña para observar la ciudad por la noche, una hermosa vista de una ciudad rodeada por el mar.



La cena fue otro descubrimiento para mi, pues por fin pude degustar el esperado TenDon, es un gran bol de arroz culminado por una exquisita y crujiente tempura de animales marinos y vegetales. Es la mejor tempura que he comido y un plato que recordaré durante mucho tiempo. Para ponerle la guinda una ensalada con varios pescados crudos increíblemente tiernos y deliciosos, que se deshacían en mi boca.

Para acabar con un día perfecto, al llegar por la noche al Hotel, nos dicen que tienen un Onsen abierto las 24 horas (un Onsen es un baño con aguas termales) Siento no disponer de fotos, a la gente no le suele gustar que la fotografíen desnuda y por eso no pude entrar mi cámara, aunque en el baño estuve solo.
Voy a intentar explicar la experiencia, pero ya de antemano sé que no conseguiré narrar fielmente toda la belleza de un lugar que me hizo perder la noción del tiempo.
Son las 00:30 de la noche.
Al entrar por la puerta, hay unos vestuarios con todos los detalles que uno puede imaginar para asear y acondicionar su cuerpo, tras el vestuario entro en unos baños, donde me lavo tranquilamente sentado en una pequeña silla, para expulsar de mi hasta la más pequeña impureza. Una vez limpio y relajado, creía que estaba preparado para el baño en el onsen, pero al cruzar las dos puertas, estoy en un estanque techado por un cielo estrellado, el agua está caliente miro a mis pies y me doy cuenta que realmente estoy en una pequeña piscina de menos de un metro de profundidad, muy bien integrada en el entorno, de un color pizarra brillante. El agua cubre totalmente el pequeño muro y se confunde con el agua del pequeño lago, el humo que no llega a levantarse más de 30 centímetros de la superficie y que es arrastrado por una pequeña brisa, crea un ambiente un tanto misterioso pero relajante. Al principio, imagino que con cara de idiota me quedo inmóvil, solo observando tan cuidado escenario, luego me siento con el agua por la barbilla contemplando los arboles al otro extremo del estanque, tan solo iluminados por una tenue luz azul. Con el vapor de agua enturbiándome ligeramente la vista, dejo de pensar en nada, solo disfruto del momento y me pierdo en el fondo del agua.
Quien sabe cuánto rato ha pasado, no sé si una eternidad, de repente tengo la imperiosa necesidad de subir a mi habitación y compartir la experiencia con mi diario y una buena cerveza.
Oyasuminasai

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