miércoles, 30 de mayo de 2007

NIKKO

27 de mayo de 2007

Hoy he viajado a Nikko con mis dos amigas Rie y Ayumi. Tras dos horas de viaje en el coche de Ayumi hemos llegado a Nikko, situado en las montañas. Considerado un lugar sagrado desde el s. VIII el monje budista Shôdo construyo una ermita. Durante muchos años permaneció olvidada hasta que en 1634 se empezaron a construir muchos de los templos que pueden visitar hoy en día.
Allí pase una agradable jornada con mis dos amigas, que hicieren muy bien el papel de guía, gracias a ellas pude comprender mejor los lugares que visitábamos. Allí me hablaron sobre un gato tallado en madera en la parte alta de una puerta, que vigila la entrada y sobre la los monos sabios y su significado.



A medio día una parada para comer soba en un restaurante y después para los postres fuimos a un pequeño local especializado en Dango, hecho con arroz molido. Allí probé Dango Goma (con una pasta oscura de sésamo) y Oshiruko (una taza con judias rojas dulces y bolas de Dango) Antes había comido dango, pero no tan bueno como estos, pues el arroz estaba tratado a mano y de una manera muy especial… -Delicioso!!!


Luego fuimos a visitar una cascada de 100m de altura y allí aproveché para hacer unas cuantas fotos.
Por la noche, ya en Tokyo me llevaron a un restaurante muy bueno, donde pude saborear comida típica de la isla de Okinawa. Allí comimos:

- Ensalada de tofu y Umibudou (uva de mar)
- Goya Champulu
- Tako Rice (arroz con pulpo y queso)
- Rafute (un plato de deliciosa y muy tierna carne)
- Y de postre un delicioso Murasaki Imo ice cream hecho con una crema de patata morada.


Como veis en las fotos, la presentación está muy cuidada y la comida es una de las mas sabrosas, variadas y deliciosas que he probado en Japón.

VIAJE DE VUELTA

25 y 26 de mayo de 2007

A las 6:00 de la mañana me despierto para bajar la montaña tranquilamente y poder ver una pagoda de cinco plantas que se confunde entre los árboles. Descendiendo por el camino a una hora muy temprana escucho las voces de los árboles crujir de una manera mucho más intensa que el día anterior. Quizás es una despedida…


El resto del día lo paso viajando, perdido entre los trenes, dirección a ninguna parte, durante largas horas, un viaje en autobús y siete en tren decido pasar la noche y parte del día siguiente en casa de mi amiga Emi, vive entre los arrozales de unas montañas al sur de la prefectura de Nagano en Nanakubo, un pueblo que figura solo en los mapas más detallados.




HAGURU SAN

24 de mayo de 2007

Tras varias horas de viaje, llego a Tsuruoka, donde espero un autobús que lleva a la montaña, hay una parada en la base y otra en la cima donde hay un complejo religioso. Mi intención es llegar hasta la base y desde allí subir la montaña para llegar al anochecer a la cima, pero por dificultades con el idioma me apeo en la cima. Una vez allí ordeno mis planes de nuevo. Lo primero que hago es visitar los templos que hay en la cima para después ir a buscar alojamiento y recorrer parte del camino que desciende la montaña.





Descendiendo por la montaña para buscar donde pasar la noche de repente todo cambió. Me adentro en un lugar totalmente diferente, un camino de piedra que parece tan antiguo como el bosque desciende por toda la montaña sorteando a los ancianos cedros tan altos que ni los pájaros parecen tener fuerzas para volar hasta las copas. Empequeñecido me siento en los escalones para sentir y disfrutar de ese momento mágico. Una gran variedad sonidos me abordan, de animales que imagino tan diferentes que no son de este mundo, lejanos que se pierden en lo más recóndito del bosque. El sonido del viento que no consigue penetrar por todos los rincones pero que parece que acompaña la voz de seres que corretean por entre los árboles. Por fin pierdo la noción del tiempo, ya no soy un intruso para el bosque, empiezo a escuchar las largas y lentas conversaciones que mantienen los árboles, aunque no las entiendo, me hacen sentir que el bosque ha decidido, que puedo presenciar durante un tiempo, la verdadera vida que se esconde tras uno de los pocos bosques milenarios que aun quedan con vida.









Soy afortunado, pues ya son muchos los recuerdos de buenos momentos que nunca se borrarán.

Para ponerle la guinda a este inolvidable día, el único lugar para pasar la noche en la montaña es en un templo convertido en ryokan, a un lado del camino casi en la cima de la montaña. Por la noche, cuando los pocos turistas han abandonado la montaña, uno puede viajar al pasado, tomar comida típica y respirar el aire tradicional del entorno.















MATSUSHIMA E HIRAIZUMI

23 de mayo de 2007

Me despierto a la 6:00 para coger el primer tren hacia Matsushima, para ver el pueblo, tener otro punto de vista de la bahía y así poder partir pronto a Hiraizumi.
Matsushima es un bonito pueblo bañado por el mar, que cuenta con más de 250 islas moldeadas por el viento y el agua a una de ellas (Fukurajima) se puede acceder por un puente rojo de más de 250 metros de largo.


Antes de tomar mi tren hacia Sendai me da tiempo a visitar la isla de Oshima y los templos Godai-do y Zuigan-ji. El conjunto de islas pobladas de pinos es uno de las Nihon Sankei (tres maravillas naturales de Japón) cosa que pude comprobar ayer al anochecer.
Por la tarde me dirijo a Hiraizumi, a unos 300 km de Tokyo. Mi objetivo es visitar Chusón-ji un complejo religioso con unas vistas espectaculares, esta situado en el interior de un bosque de cedros. Está pendiente que en el 2008 se declare patrimonio mundial por la UNESCO.



El pueblo esta lleno de pequeños arrozales.


Por la noche cojo un Shinkansen hacia Tokio para dormir y salir temprano al día siguiente hacia Yamagata, situado en la costa opuesta a Hirahizumi, bañada por el mar de Japón

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BAHIA DE MATSUSHIMA

22 de mayo de 2007

Hoy he comprado el Japan Rail East Pass, es un pase para poder viajar con todos los trenes de la compañía JR por el este de Japón, el precio es muy económico la duración es de 5 días y puedo viajar en Shinkansen (trenes de alta velocidad). Con el JREastPass en mano he subido al primer shinkansen dirección Sendai, y allí he cambiado a otro tren para llegar a la bahía de Matsushima. Mi primer destino era Nobiru, para buscar un albergue para dormir, así que pregunto a dos niños que están en el mismo vagón, al parecer ellos viven en Nobiru, así que se ofrecen a acompañarme hasta la puerta del albergue. Una vez allí reúno información para hacer una visita a Ohtakamori, una colina desde donde se puede apreciar mejor la bahía.



A pocas horas de la puesta, con el aire aun caliente por los rayos de sol, me siento frente a al mar con los ojos casi cerrados, esperando poder abrirlos bien para cuando el sol se apague en el agua. Durante ese tiempo puedo contemplar los cientos de islotes poblados de pinos que se bañan en la bahía. Tres largas horas de contemplación, el sol frente a mí, con la piel caliente, el cuerpo relajado y mi mente volando por entre los islotes, me dejo llevar por la suave y calida brisa, para contemplar hasta el más insignificante de los detalles. Cuando llega el momento, mis ojos se abren para recoger los fugaces instantes en los que el sol se apaga dentro del mar. Deseando no parpadear para poder contemplar ese momento sin perder un solo detalle.
Ya de vuelta al albergue, el sonido de las ranas me acompaña casi todo el camino, recuperando mis pasos durante varios kilómetros, puedo ver la otra cara de un paisaje que parece que ha cambiado totalmente.
- Será la luna que prefiere las cosas a su manera…