jueves, 11 de junio de 2009

Las cronicas de la Taixonera. 4a Sesión

DIEZ MINUTOS
Había acabado la película, Cashback. Durante los créditos el salón se quedó a oscuras, apenas iluminado por la tipografía blanca. En ese momento el tiempo se detuvo. ¿Que como lo se? No podría explicar como, sin embargo no cabía duda. Nunca el aire a mi alrededor había sido tan denso. Silencio total. La pantalla parecía apagada, no había imagen, sin embargo, al acercarme, daba la sensación de estar encendida, imagino que al detener el tiempo, también se detiene la luz y por lo tanto, aunque mis movimientos a pesar se ser lentos a causa de la densidad del aire, eran infinitamente más veloces que la luz.
Suena el teléfono. Dada la situación en la que me encuentro, contesto. Me apetece compartir la experiencia. El remitente es desconocido.
-¿Hola?
-Hola jorge.
-¿Quien es?
-Eso ahora no importa. Tienes que saber que tienes diez minutos hasta que el tiempo siga su curso. Aprovechaos bien.
-¿Pero quien eres?
No hay respuesta. Ya han colgado y en la pantalla solo se ve 09:35 Es una cuenta atrás y está en marcha. Además de mi, es lo único que se mueve.
Empiezo a pensar rápido. Al principio descarto la idea de correr, en diez minutos no puedo llegar a ningún lugar interesante. Entonces pienso en la idea de antes, lo de moverme mas veloz que la luz. Si es así, entonces ¿puedo estar en cualquier lugar al instante? ¿Pero cómo? Pienso en bajar a la calle corriendo, no se me ocurre otra forma. Antes de iniciar cualquier movimiento, ya estoy en la calle. Llego a la conclusión que con el tiempo parado, desaparece el espacio como lo conocemos. Sigue estando ahí, pero te puedes mover por el, sin necesidad de atravesarlo, simplemente puedes decidir como recorrerlo a tu antojo, desplazandote simplemente desapareciendo y apareciendo en otro lugar. Es una idea un poco confusa lo sé, pero tengo que pensar rápido pero sin precipitarme. Miro el reloj. Me quedan ocho minutos. Pienso, ¿Donde puedo ir? ¿Que hacer y como sacarle partido? ¿Que necesito? No soy rico, pero no necesito más dinero, no me mal interpretéis, con más dinero haría muchas cosas, pero actualmente con el que tengo soy feliz, no es una prioridad. Así que la idea de ir a un banco está descartada por el momento, no me apetece robar.
Sigo pensando en que necesito para mejorar mi vida, ¿algo material? No se me ocurre nada que pueda ayudarme a ser mas feliz, un coche, una casa, todo eso desde mi posición ya no es tan importante, probablemente si hubiese nacido pobre sería diferente. Entonces, si no necesito nada material, tiene que ser algo espiritual.
El tiempo se me escapa, ya solo quedan cinco minutos, evito ponerme nervioso, con ello solo puedo entorpecer el proceso y pensar con menor fluidez. Es difícil, pero poco a poco lo consigo. Mi siguiente planteamiento es, ¿Como puedo cambiar algo espiritual con el poder de parar el tiempo? En el presente no me parece buena idea, ya que todo esta en pausa, así apenas puedo alterar nada significativamente. Del futuro, ¡Que se yo! si el presente ya me da mucho que pensar, el futuro está demasiado lejos. La única manera de cambiar algo es en el pasado.
Cuatro minutos. ¿que puedo cambiar de mi pasado para mejorar mi presente y/o futuro? Probablemente algún error grave. Pienso en mi vida, al cabo de un rato se me ocurren varios errores y sucesos, ¿Pero como cambiarlos? quizá viajando al pasado y escribiendome una nota o modificando algo para que las cosas no sucedan igual. Sin embargo, pienso en el presente, ahora mi vida es tal y como quiero que sea, no soy perfecto, pero estoy contento con mi evolución. Me he equivocado en muchas cosas, he aprendido, por lo tanto si no me hubiere equivocado, mi aprendizaje sería diferente o no lo habría. No paro de darle vueltas. Finalmente no veo otra salida, tengo que olvidarme de mi pasado y del pasado de los demás. El error en si puede dejar de ser un error cuando lo utilizamos a nuestro favor.
Dos minutos. Una oportunidad así no se presenta nunca en la vida, se me ha presentado una ocasión excepcional y no se como la puedo aprovechar. Tras un rato pensando doy con la solución o al menos es mí solución. Me queda un solo minuto y lo voy a usar simplemente para estar, no necesito nada y no quiero cambiar nada, solo quiero seguir siendo yo, estoy contento de como soy y quiero seguir cambiando, pero por un proceso natural.
Un minuto. ¿Que mejor manera de aprovechar el tiempo que vivir en el presente?
Disfruto de un minuto que no es un minuto, no es nada y es una eternidad, es el mejor regalo que me podían hacer. Me siento, y soy el tiempo y no soy nada.
Es una sensación extraña, soy plenamente consciente de todo, aunque parezca todo lo contrario.
Suena el teléfono, todo se pone en marcha.
-¿Jorge?
- Si.
-¿Que tal ha ido?
-Muy bien, muchas gracias por brindarme la mayor oportunidad de mi vida, creo que lo he usado de la mejor manera posible.
-Me alegro. Adiós.
-Adiós.

lunes, 8 de junio de 2009

Las cronicas de la Taixonera. 3a Sesión

UN AGUJERO EN EL TIEMPO

Suena el teléfono. Tardo en contestar, estoy enfrascado en una historia, recopilando datos y ordenando algunas entrevistas. Finalmente contesto.
-¿Julio?.
-Si,¿ quien es?.
-Hola, soy Luis, ¿como va todo?.
-Hola Luis, hace tiempo que no sabía de ti, quiero decir que no hablábamos. Leí tu último articulo, me pareció muy interesante .
-Gracias. Te llamo por el asunto de la sala Taixonera.
-¿Que sucede?
-Creo que he encontrado a alguien que sabe que sucedió el 18 de mayo del 2009. He quedado con el esta misma noche, pero no puedo ir.
Mientras tomo consciencia de lo que me está diciendo, antes que pueda formular una respuesta, me propone que sea yo quien asista a la entrevista.
-¿Pero porque quieres que vaya yo? ¿Quien es esa persona?
-Tengo un asunto que no puedo eludir, por eso tienes que ir tu.
-¿Algo más importante que esto?.
-Es personal.
-Necesito más información acerca de la persona con la que me tengo que reunir.
-He encontrado al único que asistió ese día a la proyección de Camino.
-¿En serio? Eso es fantástico. Así que es verdad que Jesús asistió aquel día. ¿Como lo has encontrado?
-Ya sabes que no te lo puedo explicar, mejor no quieras saberlo.
-Me has dejado sin palabras, no se que decir. Te lo agradezco mucho.
-Bueno, te tengo que dejar. Sé que lo harás bien. Ve esta noche al café Zurich de la plaza catalunya, a las nueve y media. Ten cuidado.
-Lo tendré.
-Adiós.
-Adiós... y Gracias.

Eso fue lo último que supe de Jesús, desde entonces no lo he vuelto a ver y nadie sabe nada de el. Fui al café Zurich y estuve hablando con el sobre todo lo que ocurrió aquella noche. También de todo lo demás. Nunca he explicado lo que sucedió el 18 de mayo, ni de lo que allí se dijo, lo prometí. He vivido toda mi vida queriendo compartir lo que aquella noche sucedió, ahora que estoy cerca de mi fin. Lo voy a contar. Ya no tengo miedo...

jueves, 4 de junio de 2009

Las cronicas de la Taixonera. 2a Sesión

Quiche de curri de piña y plátano

Le conocí en la escuela oficial de idiomas, era el segundo día de clase y ya hicimos buenas migas. Siempre que acababa la clase, nos quedábamos un pequeño grupo charlando, los demás al parecer parecían muy ocupados y regresaban a sus quehaceres a la hora en punto. Era como el pistoletazo de salida en una carrera, sin embargo allí nos quedábamos, Giulietta, Elena, Jorge y yo.
A la semana siguiente tenía pensado invitarles a mi casa, vivo a las afueras de Barcelona, en una casa con un pequeño terreno, mi intención era que viniesen para hacer una parrillada y pasar la tarde, pero Jorge se me adelantó. Aquel día, al acabar la clase nos invitó a todos a asistir a un festival de cine que organizaba en su casa, nos dijo que disponía de un proyector y que su salón se asemejaba a una sala de cine casera, también había comida, supuestamente relacionada con la película, a todos nos pareció buena idea y convinimos que iríamos ese fin de semana.
Creo que la película que se proyectaba era Tropa de élite, una película brasileña sobre las favelas.
No había ascensor, tuve que subir por unas escaleras. Vivía en el ático, durante el corto pero esforzado trayecto, me dio tiempo a recrearme con un ligero aroma que iba en aumento a medida que me acercaba a la última planta. Me costaba identificar que se estaba cocinando, era una mezcla de olores muy extraña, digo extraña porque pude olfatear diferentes hilos de aromas pero eran productos que no suelen casar, sin embargo todos conjugados en la escalera, producían una extraña (como ya he dicho) pero deliciosa e intensa mezcla.
Sentí que las paredes desaparecían, los escalones también, aunque sin sensación de vértigo continué siguiendo un marcado camino, invisible a la vista, era como un tranvía que no puede descarrilar o mejor como un pez que muerde el anzuelo y es recogido poco a poco por un sedal de aroma.
Llegué al último rellano. Llamé al timbre. Todo a mi alrededor iba recobrado su forma, aunque el aroma persistía como un yugo, tuve la sensación que alguien me observaba, miré hacia atrás, en ese momento se abrió una puerta delante mío y se cerró otra detrás.
Allí estaba Jorge recibiéndome. –Hola, no te preocupes por mi vecina, le gusta espiar, pero en el fondo es buena persona- Dijo.
Ese extraño recibimiento me hizo regresar a la realidad.
-Pasa, no te quedes ahí, te estábamos esperando eres el último.
-Hola Jorge ¿Cómo estás? No sabía que traer, así que vengo con vino chileno, se produce muy cerca de donde nací, creo que puede acompañar muy bien a eso que estoy oliendo, que por cierto, podrías decirme que es.
-Claro pasa, ven directamente a la cocina.
En ese momento debí sospechar algo, al entrar no se oía anda, era un piso pequeño, pero yo estaba ocupado deshilachando los aromas antes de entrar en la cocina y no tomé consciencia de lo que ocurría o mejor dicho, de lo que no ocurría.
-¡Mira lo que estoy cocinando!
-Huele como nada que haya olfateado nunca. ¿Qué es?
-No sabría decirte, lo he inventado hoy, es una quiche, eso si lo sé, uno de los ingredientes principales es piña y el otro día me trajeron especias de marruecos, son muy frescas y se me ha ocurrido hacer una mezcla al estilo curry, por supuesto hay más ingredientes, pero dejaré que los adivinéis durante la cena.
-Nunca se me habría ocurrido mezclar estos ingredientes.
- También hay mandioca frita y piña flameada con ron, cubierta de chocolate crocante, es una variación de un plato que… bueno ya te explicaré, nos están esperando.
-Cenaremos antes de la película.
-Si.
-Fantástico.
Fue al entrar al salón, cuando me quedé helado. Había una mesa con platos y cubiertos para ocho comensales, pero allí no había nadie más que nosotros dos.
-¿Donde están los demás?
No creo que me oyese y si lo hizo, se hizo el sordo. Ya estaba de regreso a la cocina para traer la comida. A mi todo eso me parecía muy raro, sin embargo no parecía una broma, de eso estaba seguro, aunque no tenía indicios de ello, lo sabía. Jorge regresó con varias fuentes llenas de comida, entre ellas la quiche. Cuando iba a preguntarle qué es lo que sucedía, el se puso a hablarnos a todos, como si allí hubiese más gente, respondiendo a alguna pregunta que no se pronunció.
Esa fue la gota que colmó el vaso. ¡Ese tipo estaba loco de verdad! Me deshice del yugo que me había colocado subiendo las escaleras y salí corriendo.
Nadie me persiguió durante mi huida, baje a la calle y seguí corriendo, perdí la noción del tiempo. Recuerdo parar al cabo de lo que a mí me parecieron varios kilómetros y aun tenía la piel de gallina. Entonces continué mi camino, alejándome de aquella casa.
No me preguntéis que es lo que allí pasó, porque no lo sé. Que cada uno saque sus propias conclusiones o imagine lo que se le antoje. Desconozco cuál era el propósito de aquellas sesiones, pero no era el cine. Solo sé que me tenía que alejar de ese tipo lo más posible.
No he vuelto a verlo nunca más y espero no cruzármelo.
Eso es todo lo que pasó.