domingo, 14 de octubre de 2007

TERCER DÍA DE BODA:

Hoy también ha amanecido a media mañana, el día ha sido un poco caótico, porque se suponía que teníamos que estar a una hora concreta en una casa a pocos kilómetros de Larache, a nadie le quedó muy claro porque retrasábamos nuestra salida, dimos muchas vueltas por Tánger, como siempre con el buen rollo y cachondeo que nos persigue, a estas alturas a nadie le importa no tener ningún destino concreto y todos los retrasos, ya estamos acostumbrados, cuando somos mucho es lo normal, además como dice Abdelkader, ¡Esto es África! La prisa mata.
En una de las paradas, pasamos por una de las pastelerías de la familia de Abdelkader para conseguir un poco de comida, si es que los pastelitos se consideran comida.




Al final tras muchas horas deambulando, ponemos rumbo al siguiente lugar donde se celebra la boda, suerte que Mustapha nos espera en la carretera, pues el camino que lleva a la casa apenas se ve, está en mitad de ninguna parte. Cuando le vemos, tardamos un poco en reconocerlo, no porque sea de noche, sino porque va montado a caballo, nos estamos acostumbrados a ello, de allí nos guía a la casa.


Hoy la celebración vuelve a estar dedicada a las mujeres, durante la celebración no falta la música, pero lo más importante es la Henna, hay una mujer que se pasa toda la noche haciendo tatuajes de Henna a todas las mujeres.




Los hombres nos mantenemos al margen, ellas están dentro de la casa, nosotros fuera, hace un poco de fresco porque estamos en la montaña, pero el cielo estrellado es magnífico, con unas mantas y pieles de ovejas, nos tumbamos en el suelo donde podemos contemplar las estrellas, como siempre reímos mucho y pasamos la noche charlando y como no, comiendo. Hoy el Cous Cous está especialmente bueno, no es por el hambre, pero el ambiente, el techo estrellado y la brisa fría hacen que todo siente mejor.



La noche fue muy interesante, aunque los hombres no hayamos entrado en la casa ni participado en la fiesta de la Henna, afuera vivimos una gran experiencia, en aquellos momentos todos viajamos en una máquina del tiempo, era como vivir en una de las historias que me explicaba mi abuelo. Es difícil de transmitir la sensación, os podéis hacer una idea, pero hay que vivirlo para sentirlo, no es algo que puedas organizar en una agencia de viajes, probablemente para muchos sería hasta incomodo, pero para mí era autentico.



Esta fue mi última noche, porque a las 7:00 de la mañana salía mi avión para Barcelona al día siguiente me tocaba trabajar. Adil y Karlos me acompañaron al aeropuerto y allí me despedí de Marruecos. Los demás se quedaron más días y la boda duró otro día. Si es posible os contaré el último día, tendré que ponerme de acuerdo con alguno de los asistentes para que me lo cuente.