jueves, 12 de julio de 2007

FUJI SAN

28 de junio de 2007

Hoy mi amiga Rina ha preparado una excursión al monte Fuji. Ella y su familia viven en Ôtsuki, un pueblo a los pies del monte Fuji.
Héctor, Rina y yo salimos desde Tokyo temprano y viajamos en tren durante dos horas hasta la estación de Ôtsuki, allí Rina nos lleva en su coche hasta la 5ª estación, que es la parte más alta donde se puede llegar con coche. El cielo está completamente nublado, pero parece que la suerte nos acompaña, al llegar a la parte más alta, un claro se abre en el cielo, suficiente para poder contemplar la cima de la montaña.





Después vamos a uno de los cinco lagos que hay a los alrededores de la montaña y damos un paseo en una barca, desde allí en los días claros se puede ver el monte Fuji.


Ya es por la tarde y vamos a recoger a la estación a la hermana de Rina, de allí salimos otra vez en coche,
Rina tiene preparada una preciosa casa en las montañas para que Héctor y yo nos quedemos a dormir.
El emplazamiento es increíble, a pocos pasos un extenso bosque y la casa de estilo japonés con espacio suficiente para dormir seis personas.

Allí nos dejan, se marchan con el coche, no sabemos dónde, dicen que volverán en una o dos horas pero la dificultad con el idioma a veces deja las cosas un poco en el aire. Héctor y yo nos quedamos paseando y curioseando por los alrededores de la casa hasta que oímos como se acerca algún coche, la sorpresa viene cuando se abre la puerta de la casa, y empieza a entrar mucha gente con comida y útiles para cocinar, Rina ha pensado que nos iría bien un poco de compañía, ha llamado a sus padres a una prima y unas amigas para cenar con nosotros, la velada es muy entretenida, todos son muy amables y nos agasajan con comida y regalos.

Durante la cena el padre de Rina nos pregunta si nos gustan los fuegos artificiales y si en España son típicos, al final después de una larga conversación sobre el tema, resulta que nos ha comprado dos bolsas cargadas para que nos divirtamos por la noche, al principio Héctor y yo nos miramos un poco extrañados y sorprendidos, no estamos acostumbrados a este tipo de regalos, pero poco a poco nos vamos animando y al final hemos gastado entre todos las dos bolsas.


Poco a poco se van marchando los que trabajan al día siguiente, y nos quedamos cinco en la casa charlando y jugando, Rina y Ayano (su hermana) han pedido fiesta al día siguiente para pasarlo con nosotros.



Ya es bastante tarde y nos hemos quedado solos en la casa Héctor y yo, antes de dormir, mientras charlamos a los dos se nos pasa la misma idea por la cabeza, el final del viaje es inminente, tan solo queda un día en Japón y el día de hoy ha sido uno de los más especiales durante este viaje, todo gracias al trato que hemos recibido. Si pudiese me quedaba una temporada por aquí…