La excursión por el desierto en principio parece algo turístico, pero para mi sorpresa no lo es tanto. A parte del turbante, que se agradece, ya que el sol aquí no perdona.
En las fotos mis dos compañeros de viaje, Luck de Holanda y Mathias de Alemania.
Una parada en una pequeña aldea en mitad del desierto, aunque sepa que está concertado, no es el típico paripé que suelen montar para los turistas, esta gente vive aquí de verdad.
La única fuente de energía a parte del fuego, es este panel solar que usan para cargar los teléfonos móviles. Aquí no tienen casi nada, pero teléfono no les falta. El resto es bastante rudimentario.
En esta foto, a la izquierda podéis ver un cabrito, aunque parezca un peluche, es de verdad.
En el desierto hay más pájaros de los que parece.
Agua de pozo, lo único fresco que se puede beber aquí, aunque nosotros no nos arriesgamos, los guías si disfrutaban de ella. La verdad es que era muy tentador, ya que el agua que tenía que beber yo estaba a unos 40-50º. Os aseguro que este agua no quita la sed o por lo menos esa era mi sensación.
Las dos últimas fotos son durante la preparación de la comida, donde yo ya me encontraba un poco mal. Después de comer hicimos una siesta a la sombra de un árbol, ya que el calor bajo el sol es difícil de soportar. El resto del día hasta llegar al campamento de noche lo pasé bastante mal, por culpa de la descomposición que ya se avecinaba.
A la mañana siguiente tuve que abandonar la excursión y aguardar un día y medio en Jaisalmer hasta que empecé a sentirme un poco mejor.