
Ya arriba, era la una y aun me quedaba visitar la zona, una vez en el punto de partida uno ya empieza a ver como en entorno es algo diferente, hay dos caminos uno que va a unas surgencias de agua a altas temperaturas y otro que asciende a una montaña de 1412 metros, todo el mundo va por el camino de la surgencia, por eso decido subir a la montaña y tener otras vistas más tranquilas. En la entrada hay un pequeño santuario con un buda y una fuente de aguas calientes. Al empezar el camino hay un cambio radical de vegetación, pues aunque hay muchos arboles, todos están secos, ni un ápice del color verde que indique la existencia de vida, aunque la presencia de los cuervos da a entender que hay vida. Durante el ascenso el bosque se hace más denso, ramas secas y cada vez más retorcidas, cortinas de gas que se cruzan y el graznar de los cuervos le dan un aire muy dantesco.


El camino es muy interesante y si uno se fija bien, hay muchas señales de vida, musgos, líquenes y plantas de un verde grisáceo. Se hace un poco tarde, pero mi objetivo es llegar a lo más alto para hacer fotografías y tener una visión global de la zona, una vez en la cima, los arboles tienen tantas ramas secas que no me dejan tomar una fotografía decente del paisaje, así que me dedico a mirar entre las ramas y descubro algo que hasta el momento ni me había fijado, delante de mi, imponente se levanta el Monte Fuji (o Fuji-San como lo llaman aquí) es un enorme volcán, la montaña más alta de todo japón 3376m de altura delante de mi, pero una cortina de nubes y un ambiente un poco cargado habían ocultado la montaña hasta ese momento.

Satisfecho con la visión, bajo la montaña dirección a las aguas termales, abandonando la soledad y el silencio, para ir por el camino que usa todo el mundo. de camino como un tentempié de o-nigiri, unas bolas de arroz rellenasque compre en tokyo antes de salir. La zona de los baños es interesante, es donde más fumarolas hay, pero pierde un poco su encanto por la gran cantidad de gente que los visita. Allí el turista puede comprar huevos cocidos en el lodo negro.

Si el día es lo bastante claro se puede seguir el camino con el teleferico, hasta un lago donde se ve reflejado el monte Fuji, como este no era mi caso y tenia más hambre que el perro de un ciego, decido volver al pueblo de Gora, había leído sobre un restaurante especializado en Gyôza. Cuando llego son las 15:30 y el restaurante cierra de las 15 a las 17h así que aun con el estomago rugiendo hago una visita al parque de Gora (ya os enseñare las fotos otro día, cuando escaseen las noticias) A las 5 menos un minuto de la tarde, estaba como un clavo en la puerta para no perder tiempo. La espera valió la pena, seguro que muchos de vosotros habréis comido Gyôza, es una especie de empanadilla de pasta, fácil de encontrar en los restaurantes orientales en España, cocinadas al vapor o fritas, en este caso estaban hechas a mano, es como comer unos ravioli con pasta artesanal, con mucho relleno y fresco del día. Estaban tan buenas que repetí sin tener hambre, para no marcharme sin probar otra manera de cocinarlas.
En esta foto, los gyôza están fritos y el relleno es de gambas, hay muchas variedades de relleno, el otro plato que me comí era una olla de un palmo de diámetro, con los gyôza cocinados en un caldo hecho con muchas variedades de verduras, legumbres, setas, fideos, y unos cortes de naruto (una manera de preparar calamar)

Al final llegué a las 23:00 a Tokyo, una jornada interesante, el lugar es muy turístico, pero si consigues olvidarte de la gente y buscar otros caminos, se le puede sacar jugo a Hakone.
Hasta la proxima. Dewa mata. ki o tsukete.

No hay comentarios:
Publicar un comentario